La UIB y el turismo
Mientras el Govern va dando bandazos con su Ley de Alquiler
Turístico, Podemos quiere prohibir el alquiler turístico en el centro de Palma.
Igual añoran la ciudad bajo el toque de queda del vacío, los negocios cerrados
a cal y canto, la urbe convertida en un paisaje lunar de cemento resquebrajado.
Valiente panda de inútiles. Pero hay más. Entre unos y otros anda también el
GOB, perdido el espíritu transversal que se les debiera suponer, pontificando a
golpe de subvención pública sobre los límites sostenibles del turismo y otras
estupideces cuánticas. Ruido, demasiado ruido.
No obstante, acabo de conocer un estudio muy bien pergeñado
de nuestra siempre controvertida UIB, quién lo diría. El trabajo (dependiente
del Departamento de Economía Aplicada y no de alguna de las iluminadas
secciones metalingüísticas de la casa) lo firman José Luis Groizard y William
Nilsson, se titula «Mito y realidad del alquiler vacacional en las Islas
Baleares. Análisis y recomendaciones de política turística» y, pese a la
escasez sumarial de sus 27 folios digitales, viene a brindarnos un resquicio de
lucidez en un tema que nuestros políticos se empeñan en desmadejar a oscuras.
Groizard y Nilsson mantienen la inocencia del alquiler
vacacional respecto a la gentrificación, el aumento insostenible de las
pernoctaciones turísticas, la falta de viviendas a precio asequible, la evasión
fiscal, la destrucción del paisaje o el incremento de la especulación en suelo
rústico. El excelente trabajo de la UIB, que les aconsejo leer, desmonta todas
esas acusaciones con datos y, sobre todo, con un implacable sentido común. En
efecto. En un mundo global todo está interrelacionado. ¿Si la gente no puede
viajar a Túnez, Egipto o Turquía, por el terrorismo islamista, adónde van a ir,
sino a nuestras islas? Pues aquí los tenemos, sin que pretendamos, por
supuesto, hacer ningún tipo de pronóstico sobre cuánto nos va durar el paraíso.
Este frágil paraíso.
Luego está la tecnología, que es esa parte de la vida que funciona
a base de reinicios y pruebas, de intercambios puntuales entre personas con
intereses distintos, pero complementarios. Tengo lo que quieres y viceversa.
Así es como compartimos archivos, cultura, ocio y, en definitiva, conocimiento.
Podemos seguir demonizando las aplicaciones P2P (Peer to Peer) o aceptar que Airbnb, por ejemplo, es sólo una
plataforma de intermediación más, un instrumento útil para los que desean
viajar de otra forma. No hacerlo significa obviar por dónde van los tiros de la
economía actual, esa guerra de intereses donde da igual si nos sentimos
carceleros o rehenes, porque no se puede escapar de la realidad confinada y en
constante mutación en que vivimos: sus patios de recreo, sus corredores de
ficción, sus calabozos tan repletos de soledad como de fantásticas ilusiones.
Etiquetas: Artículos
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home