En 2009 -y ha llovido bastante desde entonces- la Comisión
de Normalización Lingüística del IES Pau Casesnoves de Inca realizó una
encuesta entre sus alumnos en la que, entre otras lindezas, se les preguntaba
si formaban o formarían parte, quizá en el futuro, de alguna asociación de
defensa de la lengua y la cultura catalanas. Con sólo 22 escogidas preguntas el
colegio se aseguraba, así, conocer de primerísima mano el paisaje familiar
completo y detallado de sus alumnos, la procedencia de sus padres, la lengua
que se hablaba prioritariamente en casa, sus gustos televisivos y hasta
periodísticos, su manera, en definitiva, de vivir en catalán, esa forma de
vida, al parecer, tan arrojada que nadie sabe muy bien cuánto. Informado
-básicamente por las informaciones de este diario- el departamento de Educación
de la época resolvió lavarse las manos y apelar a la autonomía de los
centros. “No hay motivo para intervenir
porque no se vulnera ninguna normativa”, concluyeron.
En febrero del 2011 -y ha llovido bastante desde entonces-
se pararon las clases en el IES Pau Casesnoves de Inca para que los alumnos
pudieran cantar, entre otros selectos himnos, «Yo soy catalán» que no es, por
cierto, una versión gamberra del «yo soy español, español, español», que se
puso de moda cuando España ganó el Mundial de Fútbol de Sudáfrica, sino una
canción del cantaor independentista Biel
Majoral, a la postre un panfleto perfecto con estrofas tan imposibles de
rimar como «jo sóc balear jo sóc de mallorca català insular» o «Estim Catalunya
perquè té un passat de lluita incansable per la llibertat». Con letras así uno
casi que añora, de veras, a Lluís Llach,
pero qué se le va a hacer. Tanto las informaciones de este diario como las
denuncias de la Fundación Círculo Balear no tuvieron, por supuesto, ningún
efecto. El departamento de Educación de la época resolvió lavarse las manos y
apelar a la autonomía de los centros. Faltaría más.
En junio de 2017 -y la verdad es que no ha llovido ni una
sola gota desde entonces: qué calor hace- el IES Pau Casesnoves de Inca
preguntó, entre otras lindezas, a su sufrido alumnado, que ya no es el de 2011
ni tampoco el de 2009, por su lugar exacto de nacimiento, incluyendo la sutil,
la cruel distinción entre haber nacido en el Estado español o en los Países
Catalanes. Preguntas así de absurdas e intempestivas, de sectarias y cabronas
no hacen sino convencerme de lo complejo que es ir por libre en este país cuando
quienes debieran velar, precisamente, por tu educación en libertad parecen
estar empeñados en afiliarte a sus banderías particulares como si les fuera la
vida en ello. Igual les va. Uno sólo nace en el vientre de su madre. O,
recordando a Cristóbal Serra, en
Cotiledonia. ¿Dónde si no?
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