Destino, Etiopía
La respuesta al debate de los sábados en El Mundo: El conseller Mesquida se ha marchado, en plena disputa sanitaria, con su ONG a Etiopía. ¿Cree que ha hecho bien?
Sí. Cuando la espantada es general y la diáspora, completa,
nada mejor que marcharse a Etiopía (a Etiopía, como metáfora, claro) o a la
selva más remota para rencontrarse, ahí, con las viejas hogueras del buen gobierno,
con la tribu dando vueltas y alaridos rituales alrededor del fuego y el hambre,
de la enfermedad y también de las carencias ancestrales. En esa imagen, repleta
de tópicos y de exotismo, de Tercer Mundo abocado a su tragedia y de Primer
Mundo ahogado en su infinita soberbia, en ese taller primigenio de folclore,
cultura, naturaleza y cábalas, en esa exuberante plaza en el más allá de todas
las fronteras es muy posible que el conseller Antoni Mesquida se acabe encontrando a sí mismo; al fin en paz, tras
haberla perdido al asumir un cargo político para el que, obviamente, no estaba
capacitado de ninguna de las maneras. Ni en cuerpo ni, sobre todo, en espíritu.
Etiquetas: Artículos
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