LA TELARAÑA: La farsa y el cortejo

martes, febrero 11

La farsa y el cortejo


La Telaraña en El Mundo.
 
 
 Tan sólo unos trescientos ciudadanos, entre republicanos, separatistas, antimonárquicos y afectos a las catástrofes del ERE de Coca Cola y las prospecciones petrolíferas en aguas muy próximas: muy poco prójimas, se dieron por aludidos el pasado sábado con la presencia de la infanta Cristina rampa arriba y abajo de los juzgados, de la guardia imaginaria de los fotógrafos y guardiaciviles, de la letanía iterativa del Juez y la fluorescencia de los togados, de la corte fantasmagórica de un estado de derecho que se diluye en un simple rebuscar en los detalles más nimios de la condición humana, como si lo hiciera en el interior de una gran bolsa de basura.
 Resulta, así, pues, que las preguntas y las respuestas se solapan y confunden convirtiéndose, en vez de en hallazgos, en auténticos desechos. Es lo que pasa donde no caben la imaginación y el desenfreno; la creación y el caos. O el estertor de la lujuria, por ejemplo. Es lo que pasa cuando tanto las preguntas como las respuestas, además de obvias, pertenecen a la farsa, al cortejo glacial de lo irrelevante.
 Hemos contemplado el paisaje (y hasta vimos al Juez saliendo entre vítores) y ahora lo que queremos es olvidarlo por completo. Qué remedio. Fuimos testigos de un último reflejo dorado en el estanque de un jardín que pudo ser el mismísimo paraíso (y el lugar de la primera caída) y que ya sólo es una especie de pantano, los alrededores de la realeza, la solemnidad de un pozo negro y sus aguas fecales. Pero había que dar la nota y hacerlo con nota. Misión cumplida.

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