Deseaba revivir la segunda división del Real Mallorca y, en
concreto, recuperar de entre la memoria las jugadas de Doval, Orellana y «Chango» Díaz, la pléyade de los
oriundos que coincidió conmigo en el Luis Sitjar, cuando el Luis Sitjar era un
campo de fútbol con los urinarios al aire libre y no el nido sucio de ratas y
cucarachas, el albañal de basura y maleza que es hoy en día y vaya usted a saber
hasta cuándo, y yo era apenas un niño con un balón amazacotado de piel y
papeles entre los pies y las manos hacia las cinco de la tarde de cada domingo
que había fútbol en Palma. Hay que ver lo que ha llovido desde entonces.
Cogí, pues, la tableta y medio poseído, aún, por los efectos
colaterales de la fiebre alta, la tos y los mocos me dispuse a disfrutar del
partido del Mallorca con el Sporting de Gijón, un histórico en la agenda
deshilachada de mis recuerdos, mejor que mejor.
La primera decepción fue comprobar que en el Gijón ya no
jugaba Enrique Castro «Quini» y que
en el Mallorca, sin ninguno de mis oriundos, tampoco jugaba Samuel Eto'o. Si esto es la segunda
división, pensé, prefiero la primera, mientras el partido decaía en un ir y
venir sin más sentido que la desolación. Está claro que un equipo sin Eto'o es
mucho peor que otro sin Quini y así el partido acabó con una victoria visitante
que tenía resabio a segunda división y a quiebra deportiva: la imagen y
semejanza de la usura y la miseria en los Consejos de Administración trasladada
al peor lugar posible, al césped de los sueños y, ay, de los recuerdos.
Etiquetas: Artículos
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home