LA TELARAÑA: Románticos

viernes, enero 30

Románticos


La Telaraña en El Mundo.
 
 Parece que nos vence la puerilidad, la incapacidad, en palabras de Immanuel Kant, de usar la propia razón sin la guía de otra persona: siempre el otro, quizá el líder, tal vez el mayor, el más hábil o listo, seguramente el más fuerte o el más bruto. Así las cosas, al menos algunas, el proceso de los días y las horas nos retrotrae a los albores de la Ilustración sin más perspectivas que repetir un viaje que ya hicimos entre las sombras y pesadillas de la razón, su tortuoso desfilar bajo el filo centelleante de las guillotinas como bajo el aire viciado de las banderas y banderías. El plomo asfixiante de las ideas vencidas, manipuladas, tullidas.
 Estamos, pues, en el difícil momento en que el discurso general ya ha perdido todas sus conexiones con lo esencial (la poesía y el arcano de lo sagrado) y se convierte en mera narrativa, en prosa magullada por las fabulaciones y las parábolas, por la ficción espectacular y televisiva de los medios y su ciclo biológico en el interior alambicado de las redes sociales. Ahí es donde se gesta, ahora, el pensamiento único (pero formalmente variado) de la tribu: el lugar es tan deleznable como cualquier otra mazmorra que imaginemos, pero no mucho más.
 Mientras tanto, me entero de que la Conserjería de Educación le acaba de comprar 410 libros a la Editorial Moll por casi seis mil euros. Todo lo que sea salvar libros del polvo y las hogueras del tiempo me parece bien; pero no puedo evitar preguntarme cuántas veces hemos de volver a pagar el subvencionado material romántico del pasado.
 

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