LA TELARAÑA: Sobrevivir

martes, julio 28

Sobrevivir


La Telaraña en El Mundo.

 Sigue haciendo calor y las noches se me hacen largas. Voy de las sábanas pegajosas del lecho al sofá del salón como el que busca la evasión o la victoria, el salto espectacular, no sé si en el espacio o el tiempo, que me devuelva el pulso y me seque el sudor. No es fácil lograrlo. El éxito de cualquier artificio dura lo que la propia fe lo mantiene vivo; al rato, la ficción cede a la realidad y no hay otra forma de sobrevivir que acomodarse, de la mejor manera posible, en el estrecho callejón sin salida de la asfixia. El lugar no es tan malo como parece.
 
 Enciendo ordenadores, tabletas y demás artilugios contra la pantalla de nieve de la televisión. Proyecto ahí la versión original de algunos sueños o pesadillas que me rondan. Proyecto ahí las revisiones de algunos de mis textos preferidos. «El día de los trífidos» de John Wyndham, adaptada por la BBC, o la búsqueda compulsiva y cruzada de referencias, por ejemplo, entre la coreografía de La Fura dels Baus en los JJOO de Barcelona, 1992, y la última entrega de Mad Max. Se trata de sobrevivir al calor y al insomnio.
 
 Sobrevivir, pues, parece la palabra y también la clave. Repasar la actualidad y distinguir, pese a todo, entre lo fundamental y lo accesorio. Las ofensas. Las provocaciones. Saberse en una especie de inestable balanza donde se arremolinan la estupidez y la cordura, las rutinas simbólicas del pasado y el abismo insondable del futuro. Sólo nos queda asumir que la realidad empieza a agriarse y que habría que evitar que se corte. De cuajo, vaya.

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