LA TELARAÑA: agosto 2018

viernes, agosto 31

Timos y estafas


La Telaraña en El Mundo.



 Salvo por el timo continuado, general y larvado de los días, de los meses, de los años, nunca he sido víctima de un timo con todas las de la ley, de un sablazo auténtico con todas sus letras. Nunca me han propuesto, por ejemplo, comprar un piso sobre planos, aunque hubo una época en mi vida, unos treinta años atrás, en la que vendí o intervine en la venta de bastantes pisos sobre planos enormes, brillantes, satinados, supongo que afrodisíacos para quien quiere ver convertido su sufrido y sudoroso papel moneda en un hogar donde crecer y multiplicarse. Todos crecemos y hasta nos multiplicamos si hay suerte en los hogares que compramos con tanto cariño como esfuerzo, mientras no seamos víctimas de la estafa de algún malnacido con pisos que sólo existen en las maquetas de los escaparates de lujo y en los papeles troquelados de la mentira, la infamia, el robo del alma a mano desalmada.
 Viene todo esto a cuenta del reciente descubrimiento policial de una masiva estafa inmobiliaria en Mallorca. La gente pagaba por unos pisos que no existían, lo que realmente no deja de tener su maldita gracia. O su desgracia. ¿Qué tienen algunas personas que logran embaucar a otras tan inteligentes o más que ellas? ¿Cómo es posible, a la vez, que se pueda ser tan torpe como para estafar con un margen de tiempo tan corto para que las víctimas se den cuenta del fraude y obren en consecuencia? Supongo que tendrá algo que ver con el influjo del dinero fácil en la mano, en el bolsillo, en el saldo llamativamente deudor y escandalosamente en rojo de ese balance que todos, nos guste o no, mantenemos con la sociedad en que vivimos. Antes se pilla a un mentiroso que a un cojo y no hay lugar alguno donde esconderse cuando la verdad y la mentira se enfrentan cara a cara en el duelo al sol de cada día.
 Recuerdo que una vez, recién llegado a Valencia hace unos cuarenta años, unos trileros magníficamente confabulados intentaron convencerme de que apostase a un par de dados que siempre, siempre, siempre, sumaban tan sólo dos: un uno y otro uno, dos unos ahí clavados, fijos, rutilantes, ternes, obsesivos, una apuesta super segura, segurísima, que estuve a un paso de rechazar pero que, de hecho, tuve la debilidad (o la curiosidad, quién sabe) de aceptar para comprobar, una sola vez en la vida pero para siempre, que esos dos dados no eran, en absoluto, de fiar y que bastaba que hubiera dinero de veras por en medio para que cambiasen mágicamente su rutina y los dos unos se convirtiesen en dos cincos. Todavía recuerdo exactamente lo que pensé cuando me di cuenta del burdo engaño -la letra con sangre entra- y me di la vuelta y proseguí lentamente mi camino calle Paz arriba o abajo: cualquier lugar es bueno para pasear (y pensar) consigo mismo.

Etiquetas: ,

viernes, agosto 24

Héroes y tumbas


La Telaraña en El Mundo.




 La actualidad va de lazos amarillos que unos ponen y otros quitan; va de manteros y también de ocupas más o menos envalentonados al saberse protegidos por los que pretenden ser sus iguales, sus semejantes, sus hipócritas valedores políticos en el enjambre kafkiano de las administraciones, como Aligi Molina y Aurora Jhardi en Palma o la alcaldesa Colau en Barcelona; va de emigrantes saltando las vallas con concertinas de la libertad o la ignominia a golpe de sangre, ácido y cal viva. Va de los malditos y, al parecer, inolvidables huesos del dictador enterrado en un fastuoso mausoleo que no se me ha ocurrido visitar en ninguna de las veces que he viajado a Madrid o sus alrededores: será que las exigencias del presente sólo me dejan perder el tiempo donde merece, de veras, hacerlo: en el Museo del Prado, el Reina Sofía, el Thyssen-Bornemisza o el Arqueológico Nacional. En las calles y tabernas donde nunca acaba de anochecer o de amanecer. En las pequeñas galerías del alma donde algunos exponen su vida con la generosidad de que quien entrega todo lo que tiene como si no fuera suyo. O como si lo fuera y quisiera partir de viaje lo más ligero de equipaje posible.
 En efecto, hay tanto que ver en Madrid (como en Palma o cualquier otra ciudad del mundo) que lo último que uno iría a visitar de buen grado son los huesos yacentes bajo una losa de granito pulcramente grabada con un nombre y un apellido de muy mal recuerdo. De mal fario. O de muy dudoso gusto, al menos.
 Hago recuento y reparo, aunque sin demasiada emoción, en que he visitado a lo largo de los años bastantes cementerios en busca del último descanso de cadáveres más o menos ilustres o, quizá, exquisitos. He intentado, no siempre con éxito, captar el silencio, la soledad, el desencanto o la húmeda tristeza que acaba rodeando a unos y a otros: a Piaf, Wilde, Modigliani, Proust, Chopin, Callas, Delacroix o Jim Morrison, por ejemplo, en el cementerio Père-Lachaise, en París. A Foucault, Zola, Truffaut, Degas o Dumas en el cementerio de Montmartre, a unos pasos del terrorífico hotel en que me alojaba. A más de treinta mil judíos errantes en el cementerio de Praga. La tumba de Karl Marx en Highgate, Londres, y la envejecida frase “Workers of all lands, unite” (Obreros del mundo, uniros). A Duke Ellington, Miles Davis o Herman Melville en Woodlawn, Nueva York. Está claro que sobre héroes y tumbas habría mucho que escribir, como ya hiciera, entre otros, Ernesto Sábato. Mucho que escribir y mucho que olvidar, mucho que ir filtrando para separar la paja del grano, porque los huesos ya sólo son arenilla y el reloj del tiempo va dando vueltas sin detenerse en las astillas que se nos clavan nadie sabe cómo y que tanto nos parecen preocupar; y no debieran, en absoluto.

Etiquetas: , ,

viernes, agosto 17

Grand Prix


La Telaraña en El Mundo.



 Al parecer, la familia de Michael Schumacher ha desmentido que pensara trasladarse desde Suiza hasta Mallorca, hasta Andratx, en concreto, para que el más laureado y eterno de los pilotos de la Fórmula 1 siga, de algún modo, recuperándose del fatal accidente que padeciera, hace ya casi cinco años, esquiando en Méribel, en los Alpes franceses. Lo que no pudieron truncar los bólidos de metal y fuego a más de trescientos kilómetros por hora lo pudo una maldita piedra medio escondida entre la nieve. En efecto, no somos casi nada o así es de compleja y de sutil la vida. Pero no hay derrota más terriblemente hermosa que esta de luchar por luchar, luchar para nada y también, simultáneamente, para todo. Luchar por vivir, que no es poca lucha esta titánica empresa.
 En cosas así de prosaicas pienso, en ocasiones, mientras intento descifrar los insultos que se cruzan (unos y otros: pero no todos) en las redes sociales y hasta en las columnas a capón de algunos diarios privados o públicos y observo, realmente abrumado pero también divertido, que la supuesta o aparente superioridad moral de algunos (de los que se ubican, normalmente, a la izquierda de todos y también de nadie) sólo conduce a un monumental atasco donde lo único que sobresale es la falta absoluta de flexibilidad o rigor dialécticos, la ausencia escandalosa de cualquier signo de inteligencia, la sinrazón y la mezquindad triunfantes, el estúpido rencor invencible de los derrotados de por vida por la vida. ¿No habíamos quedado en que era terriblemente hermosa la derrota? Yo así lo creía, pero por lo que estoy viendo no parece que los resentidos por el paso cruel y retorcido del tiempo sigan pensando de igual manera. Al contrario. Allá cada cual con lo que escriba, por supuesto, pero, sobre todo, allá cada cual con lo que lea y entienda, con el maná o el veneno que transpire.
 A Schumacher -por no olvidarnos del que pudo ser nuestro ilustre vecino- le espera, aunque ya no sea entre nosotros, una recuperación larga y seguramente dolorosa, un ir pasando sin desmayo los días tras los cristales tintados (o empañados) de la fama, un ir muy poco a poco descreyendo de ese improbable renacer en el que alguna vez hasta nosotros creímos firmemente. Cuesta muy mucho desprenderse de algunas creencias, en efecto, pero no nos queda otro remedio, porque la verdad -sea eso lo que fuere- habrá de ser el único de los tesoros que nos sobreviva. ¿Qué puede importarnos todo lo demás? Mientras tanto, sólo podremos avistar -y no siempre- esa pequeña y hasta brillante, en ocasiones, superficie del iceberg que somos, del iceberg que, entre todos, componemos, del iceberg que se va derritiendo más deprisa de lo que quisiéramos y en el que nos acabaremos, como el propio Michael, diluyendo.






Etiquetas: , , ,

viernes, agosto 10

La ciudad de los manteros


La Telaraña en El Mundo.




 Bueno, bonito y barato. La vida en el blanco y negro de una sonrisa grande con los dientes blanquísimos y la mirada triste, muy triste. O no tan triste. Fuera tópicos. Aquí el romanticismo importa más bien poco, porque todo acaba siendo una puñetera cuestión de dinero, una prosaica necesidad de supervivencia. Bueno, bonito y barato, pero tampoco tanto. ¿Para qué vamos a engañarnos? La vida anda a la deriva con los manteros, a la deriva incontenible de un rabioso blanco y negro entremezclados: podemos perfectamente dibujar ese color difícil, sentir su violencia metafórica y hasta dejarnos llevar por la demagogia sangrienta de una obra de mano barata allá en los territorios ocupados por el manto alargado y tenebroso del capitalismo. Nuestra maravillosa forma de vida o nuestra manera de relacionarnos con las cosas. Incluso con los hombres y las mujeres, por supuesto.
 ¿Se nota que andamos instalados en el gris tranquilo que tanto detestamos conceptualmente, pero que, al mismo tiempo, tanto nos tranquiliza? No sé si se nota. Hace demasiado calor y los mosquitos, estas últimas noches, pacientemente, han acabado dibujando en mi pecho una constelación enorme de menudas estrellas rojas expandiéndose, quizá a la fuga o quizá a la deriva, como los manteros. Resoplo, mientras permanezco atento al recorrido intermitente de una gota de sudor que va bajando por mi sien, por mi cuello, por ese infierno de estrellas que es mi cuerpo en este instante. Abro la televisión en la esquina inferior derecha del escritorio y paseo virtualmente por las Ramblas de Barcelona, como si los manteros hubieran ocupado el universo y no hubiera lugar -al fin- para que ningún coche suicida volviera a perpetrar el atentado del 17 agosto de hace casi un año. Pasa el tiempo y las víctimas siguen solas y, al parecer, mucho más divididas que los manteros que han convertido el metro de la ciudad condal en una especie de zoco que me recuerda al Gran Bazar de Estambul, pero en pobre; y los muertos que son muertos de todos acaban siendo sólo de algunos.
 A los manteros de Palma que no son tantos como los de Barcelona, y que no temen al alcalde Noguera como, tampoco, a la alcaldesa Colau, me los encuentro, en no pocas ocasiones, sentados entre hatillos medio abiertos y hojas arrugadas de periódicos en las viejas calles con escalinatas de piedra que suben o bajan desde los alrededores de la Plaza Mayor hasta los aledaños de la Plaza del Mercat. Ahí parece que hacen cuentas, se distribuyen la mercancía o, quizá, el territorio: ahí se miran cómplices, atemorizados o contentos. Paso a su lado y la verdad es que no suelen ni verme: saben que sólo estoy de paso como todos ellos. De paso y sin saber hacia dónde (a estas alturas y sí, vaya que me duele reconocerlo).




Etiquetas: , ,

viernes, agosto 3

Conversaciones con el Rey


La Telaraña en El Mundo.



 De escrache en escrache, de alboroto en alboroto, de manifestación en manifestación: tanta vulgaridad abruma. Así, según todas las previsiones, la concentración de hoy, viernes, contra el Rey Felipe VI convocada por la Assemblea Sobiranista de Mallorca coincidirá en tiempo y lugar con el final de la manifestación convocada por la Sociedad Cívica Balear en defensa del orden constitucional y la monarquía: uno puede elegir, pues, su bando, su bandería, su bandera, su lengua, su liturgia (y también sus exequias) y armar la de San Quintín en la explanada del Palacio de la Almudaina. Pues qué bien.
 Pero es así, de veras, como andan de mal en peor las cosas, mientras nos entra la risa floja y nos golpea el estupor y nos quedamos en silencio viendo a Baltasar Picornell ejerciendo de no se sabe muy bien qué, dándole la bienvenida al Rey, la bienvenida o cualquier otra cosa, porque los dos se miran y ríen, el Rey se ríe, Picornell se ríe y nosotros también nos reímos. Da risa, en efecto, ver ahí tan compuesto y tan de gala a nuestro querido Ecce Homo particular, tan de no querer dar la nota dándola, tan de querer ir a su aire y quedarse en el espectáculo grotesco de unas zapatillas deportivas, un pantalón vaquero arrasado por la lejía, una camisa de lino y la estupenda chaqueta americana con la que debió hacer la primera comunión, si es que la hizo, que no lo sabemos ni nos importa. Tanta exuberancia y tanto glamur, como ya dije, sólo para recibir al Rey, para tenderle una mano de bienvenida que, sin embargo, no se le desea, sino todo lo contrario. Las autoridades baleares, desde Armengol hasta Ensenyat o Picornell, tal vez movilizados por la Obra Cultural Balear, no tienen otra estrategia que repudiar la monarquía, tomar partido contra el orden constitucional y apostar, vergonzosamente, por esa menos de media Cataluña enloquecida y fuera de la ley que, por supuesto, no va a ir a ninguna parte. Ya ha llegado a ese lugar.
 No le voy a echar en cara a Picornell que no sepa expresarse en castellano, porque no es fácil clarificar las ideas en una lengua que, a fin de cuentas, no es la que aprendió en su casa y no es, por supuesto, la que le enseñaron en los colegios mallorquines. ¡Vergüenza de educación la que tenemos en las islas! Pero pelillos a la mar. Picornell no debería intentar explicarnos nada de sus conversaciones con el Rey; primero porque hablar en público es muy difícil si no se tienen las tablas necesarias (y Balti no se ha sacado ningún máster ni tampoco ninguna carrera universitaria en unos pocos meses, como algunos otros: nos tememos que como bastantes otros) y segundo, porque más adelante podrá, tal vez, escribir un auténtico best seller con sus apasionantes y seguro que profundas conversaciones con el Rey.

Etiquetas: ,