Si todo sale según lo hablado, como ya avisé en su momento, hacia febrero del año próximo Calima Ediciones dará a la luz de la imprenta mi poemario Alrededores o la mansión de las luciérnagas, en su colección Poesía. La noticia es que también saldrán, lo más simultáneamente posible - en la misma editorial, pero en la colección Territorios - mis últimos textos, con el título de Los Pliegues Ocultos. Estoy contento.
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Las tierras de promisión son lugares con trampa.
Hay que alegrarse, sin embargo, de que en el Saló del Llibre de Barcelona, el Institut d´Estudis Baleàrics haya apostado, sin que sirva de precedente, por una editorial mallorquina asentada en Madrid, que apoya de forma abierta y natural el bilingüismo y la literatura de calidad sin más connotaciones añadidas. Se trata de Calima Ediciones y una significativa muestra de sus libros y autores: Javier Jover y su poemario Moratoria, Juan Pablo Caja y sus relatos de Intermedio, Jordi Casabona i Barbarà y Del alba a su pesar, Bernat Martí y su último trabajo L’Educació adolescent o Beatriz Herranz y La piel de las palabras. También alegra que, finalmente, la Universidad de las Islas Baleares haya nombrado a Cristóbal Serra, Doctor Honoris Causa. Más vale tarde que nunca, pese al sonrojo de saber que desde ya hace lustros el bueno de Tòfol es el escritor mallorquín de mayor influencia entre los jóvenes y no tan jóvenes escritores isleños.
No existen los paraísos perdidos.
Yo era un niño cuando en las barricadas de mayo del 68 se mezclaban los adoquines con las flores, la rebelión de los estudiantes con las reivindicaciones obreras, los mitos de Dylan, Hendrix, Warhol o el viejo Marcuse con las arengas de Mao, Sartre o Cohn- Bendit, la cultura underground con la política marxista y la lucha de clases. Luego, avanzados los 70, toda esa leyenda desembarcaría en España. Nuestras lecturas tardías harían hincapié en los aspectos románticos sin reparar, apenas, en los disturbios sociales. Quizá nadie aprendió nada de lo que se estaba cociendo en París.
Algo similar puede estar pasando ahora. Mientras, en Palma, por ejemplo, está naciendo la primera generación de inmigrantes, en Francia ya van por la tercera. Ellos no han conseguido integrarlos cultural ni, sobre todo, económicamente. ¿Lo conseguiremos nosotros? Si no, ya sabemos que nos espera una doble ración de adoquines y pólvora, que no solucionará ninguna fantasmal alianza de civilizaciones. Se trata de civismo, convivencia y justicia social. ¿Sólo eso? Me temo que sí.
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