LA TELARAÑA: junio 2013

viernes, junio 28

El NIF 14


La Telaraña en El Mundo.
 
 De la burocracia nunca hemos esperado gran cosa. Tan sólo, quizá, que los extraños seres que habitan, persistentes, en las ventanillas del vuelva usted mañana, como si lo hicieran en los pozos negros de las peores alcantarillas, no vayan introduciendo nuestro NIF, bien sea por error, azar u omisión, allí donde les plazca o se les ocurra, malhadados, porque no encuentren otro mejor que poner y siempre han de pagar justos por pecadores o así y alguna vez tendrá que tocarnos, ¿no? Pues no. Ni hablar del peluquín.
 Es mucho mejor, sin duda, que le toque siempre a la Infanta Cristina y que cuando aparezca su NIF en cualquier compraventa crepuscular de cualquier lugar de España sepamos, en fin, que no pasa absolutamente nada, que nadie está comprando o vendiendo de prestado, que siempre hay en España una Infanta que lo compra todo y que todos los notarios, los registradores y hasta la Hacienda entera de este país trabaja sólo para el espejismo de sus hipotéticas compras y ventas: las que sabemos que no hizo, en efecto, pero cuyas tasas igual pagamos todos y hasta ella, sin saber por qué ni cómo.
 Seamos sinceros. Nada sabemos sobre errores administrativos. Más aún. Tampoco somos capaces de hacernos una composición válida del lugar en que, al parecer, acontecen. Ni entendemos cómo es posible que aparezca el NIF 14 donde no debe. Igual debiéramos preguntarle a alguno de los perspicaces «Torrentes» que, según Carlos Delgado, manejan el fiel de los expedientes como si fueran armas arrojadizas o algo peor. Quizá mentiras.


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Por cierto. Hablando de informes... Este es el post número 2.222 de este blog.


 

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martes, junio 25

El poder y sus sombras


La Telaraña en El Mundo.
 
 No parece que la comparecencia de María Antonia Munar (y los restos de su séquito de náufragos de UM) vaya a producir en los aledaños de Vía Alemania ni una ínfima parte de la expectación y el revuelo mediático que sí se produjo cuando la presencia de Urdangarin o su socio Torres en los Juzgados. Por no hablar del inenarrable clamor que generaría la aparición estelar -que ya no se espera- de la Infanta Cristina, por supuesto.
 Sin embargo, me da que hemos acabado perdiendo, no tan sólo económicamente, que también, sino en aspectos éticos y morales, mucho más con la corrupción de UM (consentida y avalada por toda la clase política que pactó con ellos) que con la impostura (igualmente inconcebible sin el amparo político general) de la trama Nóos.
 Podría pensarse, pues, que la gente se moviliza (o no) según le va o le viene en el bautizo como en el entierro, pero no. No estoy muy seguro de que sea así. Más bien parece que, conspiraciones y paranoias aparte, las redes sociales estén tomadas por unos pocos y que, según soplen (en la sombra) los intereses de algunas organizaciones, que no citaré ni falta que hace, las manifestaciones van en una dirección o en otra. Algo así se deduce de lo visto en las calles de Palma, en efecto; pero mucho más, aún, de lo que se cuece en Río o Estambul, por poner sólo dos ejemplos, convertidas ahora en campos de batalla, donde la ira más o menos artificial o justa de la ciudadanía acaba siendo multiplicada por la torpeza cómplice de los gobiernos y el escrache brutal de la policía.

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viernes, junio 21

Templos y tribunales


La Telaraña en El Mundo.
 
 Así nace, se reproduce y hasta se eterniza la realidad de parte. «¿Mal día para dejar de fumar?» me apuntan. «En efecto», respondo. Pero a lo que iba. El sindicato STEI le pregunta al Departamento de Filología de la UIB sobre la situación (?) del catalán y éste, solícito, le confirma lo que se desea demostrar. «El catalán no está normalizado», mantienen los de Huguet contradiciendo a los expertos del Consell Consultiu; y todo ese revuelo de desencuentros no hace sino dibujarnos como una comunidad varada -si no sumergida- en el desierto del analfabetismo mental, ese páramo monolingüe, bilingüe y hasta trilingüe, en breve. Babel arrasada.
 Hasta entonces, al menos, deberíamos correr a los templos (de la justicia como de la fe) a proclamar nuestra culpabilidad y ver, en fin, qué podemos sacarle al montón de basura que esconde nuestro magnífico y sincero arrepentimiento. O así.
 Eso están haciendo, qué menos, los hombres de UM sin más maletines, al fin, que los de sus abogados: Vicens, Sanahuja y Flaquer en el banquillo de la primera fila y Munar y Nadal, los auténticos capitanes del equipo, detrás, pero seguro que tomando nota. Ojo. Mejor no se los miren fijamente, si no quieren empezar a sentir, adentro, las náuseas de tanta impostura, afuera, de tanta verdad y mentira trituradas, de tanto mercadeo al peso de penas y vigilias, de tanta corrupción como nos gobernó y nos seguirá gobernando a poco que nos despistemos y queden siglas libres para endilgarnos alguna que otra chirriante bisagra. Habrá que estar atentos.

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jueves, junio 20



Unas líneas de silencio para las revistas Puertas Abiertas y Los Digitales (2001-2013)






que dejaron de existir hace unas pocas horas. Fueron lo primero que hice en Internet.

martes, junio 18

Presente continuo

La Telaraña en El Mundo.
  
 Si hay una forma verbal que pretenda imitar el ritmo de la realidad, sin restarle un ápice de su retórica, es el presente continuo. Reparé en ello al escucharle decir a Cristóbal Montoro que “estamos saliendo de la crisis”, que es como un estar sin estar, un sinvivir viviendo (en tránsito y, también, en trance místico) hasta que nuestros caminos diverjan. O cesen. O se conviertan en otra cosa.
 
 No resulta fácil, pues, describir un eterno presente continuo, un sarpullido de hechos que intentan esquivarnos, sin éxito. Tomo nota. El absurdo e interminable juicio de José Bretón. El rondó exquisito de la Roja. O un email de la Plataforma por la Lengua informándome de 40 casos graves de discriminación lingüística en la Administración. ¡Qué grotesca tanta realidad en almoneda!
 
 Escribo el nombre de cuatro lugares al azar. Madrid, Atenas, Nueva York, Tokio. Y aún dos y dos más: Palma, Valencia, Facebook, Twitter. Estoy en todos ellos y me asomo al mundo desde el balcón de un desaliento, que no voy a hacer mío ni por un instante. Faltaría más. Creo que cada mañana, al levantarse, uno planea su viaje interior sin preocuparle que las nubes revoltosas del polvo se lo enmarañen y revuelvan hasta convertirlo en una quimera o un imposible. En un viaje sin más destino que las propias ruinas que ya fuimos, con algún que otro añadido de peso: la oblicua identidad de la tribu, su temor ancestral y su mezquina memoria colectiva. Puede que esta hambre de ruinas no se sostenga por sí sola, pero hay que ver cómo nos sostiene. Y cuánto.

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viernes, junio 14

2031


La Telaraña en El Mundo.
 
 
 Érase una vez. O decíamos ayer. Cerré los ojos mientras imaginaba el temblor de la hoja reseca de un calendario en blanco y negro. 1984, por supuesto. O 2031, también. Pero al volver a abrirlos, hace tan sólo un instante, no pude sino constatar cómo se curva el tiempo sobre sí mismo y los eventos se repiten y las situaciones se solapan. El mundo se convierte en un corazón con las arterias bloqueadas y muy pocos logran, pese al esfuerzo y los quebrantos, llegar a la Plaza Taksim de sus sueños o reivindicaciones, que no son lo mismo. Ni por asomo. Pero para explicarlo nos haría falta un lenguaje entero y no dos o tres gramáticas errantes.
 El calendario sigue, inmóvil, en su tiempo detenido mientras, en el blanco y negro de mi memoria, reaparece la misma cuchilla ensangrentada de Buñuel y Dalí, clavada en el gran Ojo que nos vigila. Ahora como entonces. Y como siempre.
 Será la seguridad. O será el miedo. O ambos, en plena arritmia de este sueño intermitente con la libertad al fondo: esa figura de escayola sobre mármol. Pero alguien puede estar leyendo estas líneas al mismo tiempo que las escribo. Pues ya podría corregírmelas. O no, mejor que no. Tampoco sabría. ¡Qué negro el poder y qué negro su celaje, su tormenta extendida, su simulacro de un mundo mejor o, incluso, perfecto! Un 1984 (o 2031) negro y eterno, como la puesta en escena colectiva de los dos minutos del odio. Pero ya no sé si el perro sigue siendo andaluz o sólo negro, como su negra sombra. O una oveja esquilmada y raquítica, tal vez indefensa, creo que superviviente. Desconfiada y hasta puede que herida. La oveja negra. Queridísima.
 

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martes, junio 11

La Telaraña que yo no pude escribir. Gracias, Agustín.


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martes, junio 4

De crisis y libros


La Telaraña en El Mundo.
 
 Se nos ha mezclado el Apocalipsis (que sí, que parece la narración del fin de los tiempos, pero que sólo es una profecía contra los horrores del utilitarismo: no una lápida, sino un fermento) con las cifras inverosímiles de una crisis que, al margen del rostro demacrado y humano, demasiado humano, de los recortes, los impuestos y las intervenciones, tiene también mucho de juego virtual; es decir, de hordas de hackers manipulando a la velocidad del vértigo las volátiles órdenes de compra y venta, los índices bursátiles, el globo sonda a punto de estallar de una economía que ya no es un trueque entre semejantes, sino una auténtica perversión.
 Toca, pues, refugiarse en hechos menores y auscultar, en ellos, tanto la sombra del fracaso o el desastre general -esa bruma que tarde o temprano acabará diluyéndose o convirtiéndose en otra cosa: quién sabe en qué- como la del esfuerzo o el valor solitario de seguir, pese a todo, siendo resignadamente fieles a sí mismos. Sólo disponemos, al parecer, de una única vida. Convendría aprovecharla.
 Paseo por las Ramblas, ya sin duques, pero con la recién estrenada Feria del Libro en plena ebullición, como si fuera, y ahora sí lo es, una prolongación de mis monólogos interiores calle Olmos arriba y abajo. De eso ya hablé en algún poemario que casi nadie leyó. Ahora me contento -y no es poco- con encontrarme con un par de libreros o escritores amigos y aprovechar las sombras de los árboles para que el olor vegetal del papel nos cubra de palabras y de metáforas. Al fin, de algo real.

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