LA TELARAÑA: enero 2004

jueves, enero 29

Novedad en Puertas Abiertas. (En cuanto Iespana deje de estar en obras, claro)

Nuevo relato de Raúl Quirós. Os lo recomiendo.


****


Me llega esta certera y profunda disgresión de Jean Travais - no dejéis de visitar su magnífico weblog - que bien puede servirnos como propuesta de debate.


Ahora que ya han pasado más de dos meses desde la trágica pérdida de nuestro colega Jean Travais es el momento de lanzar algunas reflexiones al aire sin más intención que el suave dejarse hablar.

¿Hasta que punto puede uno afirmarse como "creador" de personajes y evitar no ser asesinado por ellos? En la comparación evidente con Dios y su (presunta) muerte, el escritor lleva las de perder: de primeras ni siquiera parte del nihilismo absoluto, de la nada, del no-ser: pone en juego una razón común que, a través del decir (que los demonios me lleven si conozco otra forma de razón común), hace "brotar", "surgir", el personaje. No es un auténtico creador.

Si me concedes por esta vez un alarde de pedantería, existe un término griego que expresa esto claramente y a la vez de manera enigmática: physis. Traducida según la etimología -esto es, el significado que ha tomado a través de la historia - se puede concluir que no es otra cosa que la "naturaleza" de las cosas. Pero ¡alto!, pongámonos algo hermeneúticos y miremos la historia no a lo largo del tiempo, sino atravesando el tiempo: no hagamos historia, hagamos arqueología (retomando aquí a Foucault).

¿Qué decir de lo que era physis para los griegos? Para empezar podemos apuntar vagamente a "apariencia", "presencia", pero no de tal modo que exista la distancia moderna de una "apariencia" frente a la "realidad". Este "aparecerse" es un "brotar", un "surgir" de la oscuridad, un "revelarse" lo que le es propio a las cosas y que está oculto (se obvian aquí las interpretaciones místicas del sentido de "revelación").

Esto venía a propósito de los personajes creados por el autor, y a la asombrosa homofonía entre "revelarse" y "rebelarse": si del personaje cabe decirse en algún momento que es una creación del autor, sólo es porque éste tomó una suerte de semilla de lo que está oculto en la razón común, y durante el relato, la historia o el poema (un personaje no tiene porqué ser necesariamente antropomórfico, con sus piernas, sus brazos y su "opinión personal": así sólo logra levantar la sospecha de que lo que está haciendo el autor es escribirse a sí mismo, vanidad de vanidades), decía que durante el relato, el personaje "brota", esto es, se rebela y se revela como un ente autónomo, con su propia "physis", ya no es un producto del hombre, y si éste se encabezona ocurrirá lo siguiente: o matará al personaje o el personaje lo matará a él.

A propósito de esto recuerdo que de niño, cerca de mi barrio, alguien valló una pequeña arboleda con la intención, supongo, de evitar que los jóvenes fueran allí a cantarle al amor. Pues bien, con el paso de los años los árboles que estaban en contacto con la valla fueron creciendo y ladeándose contra la cerca hasta que finalmente lograron doblarla y rebajarla lo suficiente como para que los que ya no eramos tan críos pudiéramos acojernos a esa misteriosa fuerza que contenía el bosque. El fin del bosque lo puedes imaginar.

Supongo que el insufrible cursi de Jean Travais tenía tantos delirios de grandeza como poca valentía para controlar a sus personajes y claro, su Denís Hara, asesino pretérito y pluscuamperfecto donde los hubiera, acabó acuchillándolo a él.

Espero que me perdones esta disgresión algo paranoide y profundamente vanidosa, pero el fin de nuestros allegados siempre le hace a uno verse erróneamente por encima de sí mismo (cosa que el propio Mairena ya demostró como imposible).



(...)

Gracias, Jean. Creo que el tema merecerá más de un comentario ( aparte del mío, que tendrás en breve:-)



Primeros apuntes a la dualidad creador/personaje


Hasta Dios, en su creación, tuvo sus limitaciones: ¿Por qué crearnos a su imagen y semejanza? ¿Dios, un ególatra? Asi parece, si la dirección del planteamiento es sólo una... pero ¿no podría constatarse, de igual modo, que Dios es a lo que u a lo quién, por motivos de insatisfacción consciente, desea asemejarse la creación, el personaje en definitiva?

Aquí lo dejo de momento. Presiento que acabaré apelando a mi tesis de siempre: eliminar del lenguaje su dialéctica sin sumirnos en el callejón vacío del sinsentido.





Quizá anhelo el sinsentido que no necesita ser explicado... O como escribí el 18 de abril:


Vivo tan al margen como inmerso en vuestras miradas.

¿Son los límites, como sombras interpuestas, proyecciones de la voluntad o son dibujo físico de la herida, esa confirmación de la parte que, rebelándose, engendra el todo?

Rebelión. Revelación. ¡Oh, las palabras! Siempre demasiado promisorias. ¿Qué juego puede compararse a este juego, que siéndolo no lo es, no puede serlo?

Abro la mano a los destellos de la luz esquiva. Cubro tu cuerpo como el arco iris el horizonte... Todo son formas de decirlo... Te acaricio. Te penetro.

El instante previo al orgasmo: el final de los tiempos anuncia el poema, su estallido interior, su violencia muda.

Convertir el lugar común - el lenguaje - en punto de encuentro y singular diáspora.




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martes, enero 27

Nocturno


Sólo un instante frenas el río de la sangre
y las palabras mudan su piel
de agua en la clepsidra
por odio de metal y lava ardiente.

Sólo un instante la contemplas deshabitada
y no interesa a nadie esa memoria vacía,
ese infinito rastro de adjetivos,
ese cuerpo de arena entre las manos.

Sólo un instante hundes tu mirada en la suya,
desbrozas del lenguaje las heridas
y aceptas de buen grado que la noche
te cubra de materia y de silencio.

El amor o el deseo finalizan
no con un estallido sino con un lamento.



***



Cajón de sastre


Menudo descenso a los infiernos se ha pegado Carod - Rovira por el underground más tenebroso y sombrío con el fin - seamos bien pensados - de salvarnos del terrorismo etarra. La verdad es que no pienso criticarle un ápice porque me parece de justicia dejar esa labor cruenta en las manos de sus socios socialistas en el gobierno catalán: el marrón es todo suyo. Sólo pedirle que ya que nos concede - a valencianos y baleares - el inmerecido privilegio de pertenecer a sus irreales Països Catalans, bien puede extender lo que le plazca sus ansias territoriales, por ejemplo hasta más abajo Despeñaperros o hasta las tierras extremeñas de mi buen amigo Francisco Rodríguez Criado. No hay problema: todos tenemos el mismo derecho y deseo de librarnos de los asesinos y contra el terror y las muertes gratuitas no debe uno andarse con complejos ni medias tintas.

Quizá por eso también se está poniendo de moda congelar a los muertos y llevárselos a un Cementerio Helado, en Arcos, California. Una hotelera con vínculos mallorquines ha sido una de la pioneras en tal proceder. La broma cuesta a partir de los 120.000 dólares lo que no parece demasiado por acceder a una promesa de inmortalidad o resurrección tan romántica como gélida. Si ustedes revisan, por ejemplo, la página web de la Sociedad Española de Criogenización podrán hacerse una idea aproximadamente cabal del asunto. Lo único que me atrevo a asegurar es que en las arenas movedizas de tanta especulación médica, mítica y hasta científica huele, y mucho, a fiambre. A fiambre muy bien congelado, eso sí.

Ya para difuminar este macabro panorama les comentaré que el otro sábado me sumergí en la hermosa niebla palmesana para acabar asistiendo en el Club Náutico al memorable concierto de Jaime Anglada y su Banda, incluida la bellísima y joven Marta Elka, a los coros y al violín, todo un lujo. El rockero mallorquín mejora disco a disco y aunque no alcance a Bruce Springsteen sí podemos perfectamente equipararlo a Joaquín Sabina, pero sin tantas rimas. Qué alivio.





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lunes, enero 26

La invasión

Estoy estos días enfrascado en un trabajo invisible de elaboración y reescritura, un intento mudo de ordenar el caos de tantas páginas repletas de signos e interrogantes - la página en blanco no sobrevive a sus márgenes.



***


La Telaraña en El Mundo

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domingo, enero 25

No era tan surreal Dalí como el servilismo que le rodeaba.

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jueves, enero 22

Geometría o el desierto de la piel



Abres el cielo, como tus labios, tus muslos, tus ojos - y me abrazo a la luz tenue y progresiva que alarga las sombras y las precipita en un enjambre de aristas de ángulos inverosímiles y quietud rota.

Otra ciudad nace en ese instante - y otra muere. La fantasmagórica pantalla en blanco, esa sábana de lino, crepita las llamaradas de un fuego inexistente o quizá las de un eco vegetal e íntimo, inaudible.

Pero un sólo movimiento tuyo deshace el hechizo - y me obliga a mirarte sin más, en absoluto silencio.

Me pareció ver una araña.




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miércoles, enero 21

Aiguafoc


Acaricio las líneas. Insisto en difuminarlas para que aparezca el espectro - de la luz y el deseo.

¿Quién se oculta, tan perdido y enorme, tras las celosías deshilachadas por el aguardiente y el amarillo del oro en los espejos?

Ni las hélices ahuyentan la asfixia del pulmón roto.

Y dejo mis palabras. Acuesto mi cuerpo.


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sábado, enero 17

POEMO


Me asomé a la balcona
y contemplé la ciela
poblada por los estrellos.
Sentí fría en mi caro,
me froté los monos
y me puse la abriga
y pensé: qué ideo,
qué ideo tan negro.
Diosa mía, exclamé:
qué oscuro es el nocho
y que sólo mi almo
y perdido entre las vientas
y entre las fuegas,
entre los rejos.
El vido nos traiciona,
mi cabezo se pierde,
qué triste el aventuro
de vivir. Y estuvo a punto
de tirarme a la vacía...
Qué poemo.
Y con lágrimas en las ojas
me metí en el camo.
A ver, pensé, si las sueñas
o los fantasmos
me centran la pensamienta
y olvido que la munda
no es como la vemos
y que todo es un farso
y que el vido es el muerto,
un tragedio.
Tras toda, nado.
Vivir. Morir:
qué mierdo.


Jesús Lizano, un gran poeta.

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viernes, enero 16

Y otra vuelta de tuerca...


Fragmento de LA EXPERIENCIA DEL AFUERA (Michel Foucault)


La transición hacia un lenguaje en que el sujeto está excluido, la puesta al día de una incompatibilidad, tal vez sin recursos, entre la aparición del lenguaje en su ser y la conciencia de sí en su identidad, es hoy en día una experiencia que se anuncia en diferentes puntos de la cultura:en el mínimo gesto de escribir como en las tentativas por formalizar el lenguaje, en el estudio de los mitos y en el psicoanálisis, en la búsqueda incluso de ese Logos que es algo así como el acta de nacimiento de toda la razón occidental.

Nos encontramos, de repente, ante una hiancia que durante mucho tiempo se nos había ocultado:el ser del lenguaje no aparece por sí mismo más que en la desaparición del sujeto. ¿Cómo tener acceso a esta extraña relación? Tal vez mediante una forma de pensamiento de la que la cultura occidental no ha hecho más que esbozar, en sus márgenes, su posibilidad todavía incierta. Este pensamiento que se mantiene fuera de toda subjetividad para hacer surgir como del exterior sus límites, enunciar su fin, hacer brillar su dispersión y no obtener más que su irrefutable ausencia, y que al mismo tiempo se mantiene en el umbral de toda positividad, no tanto para extraer su fundamento o su justificación, cuanto para encontrar el espacio en que se despliega, el vacío que le sirve de lugar, la distancia en que se constituye y en la que se esfuman, desde el momento en que es objeto de la mirada, sus certidumbres inmediatas, -este pensamiento, con relación a la interioridad de nuestra reflexión filosófica y con relación a la positividad de nuestro saber, constituye lo que podríamos llamar en una palabra “el pensamiento del afuera ”. Algún día habrá que tratar de definir las formas y las categorías fundamentales de este “pensamiento del afuera ”. Habrá, también, que esforzarse por encontrar las huellas de su recorrido, por buscar de dónde proviene y qué dirección lleva. Podría muy bien suponerse que tiene su rigen en aquel pensamiento místico que desde los textos del Seudo-Dionisio, ha estado merodeando por los confines del cristianismo:quizá se haya mantenido, durante un milenio más o menos, bajo las formas de una teología negativa. Sin embargo, nada menos seguro:pues si en una experiencia semejante de lo que se trata es de ponerse “fuera de sí ”, es para volverse a encontrar al final, envolverse y recogerse en la interioridad resplandeciente de un pensamiento que es de pleno derecho Ser y Palabra, Discurso por lo tanto, incluso si es, más allá de todo lenguaje, silencio, más allá de todo ser, nada.

Es menos aventurado suponer que la primera desgarradura por donde el pensamiento del afuera se abre paso hacia nosotros, es, paradójicamente, en el monólogo insistente de Sade.

En la época de Kant y de Hegel, en un momento en que la interiorización de la ley de la historia y del mundo era imperiosamente requerida por la ciencia occidental como sin duda nunca lo había sido antes, Sade no deja que hable, como ley sin ley del mundo, más que la desnudez del deseo. Es par la misma época cuando en la poesía de Hölderlin se manifestaba la ausencia resplandeciente de los dioses y se enunciaba como una ley nueva la obligación de esperar, sin duda hasta el infinito, la enigmática ayuda que proviene de la “ausencia ” de Dios ”. ¿Podría decirse sin exagerar que en el mismo momento, uno por haber puesto al desnudo al deseo en el murmullo infinito del discurso, y el otro por haber descubierto el subterfugio de los dioses en el defecto de un lenguaje en vías de perecer, Sade y Hölderlin han depositado en nuestro pensamiento, para el siglo venidero, aunque en cierta manera cifrada, la experiencia del afuera? Experiencia que debió permanecer entonces no exactamente enterrada, pues no había penetrado todavía en el espesor de nuestra cultura, sino flotante, extraña, como exterior a nuestra interioridad, durante todo el tiempo en que se estaba formulando, de la manera más imperiosa, la exigencia de interiorizar el mundo, de suprimir las alienaciones, de rebasar el falaz momento de la Entäusserung, de humanizar la naturaleza, de naturalizar al hombre y de recuperar en la tierra los tesoros que se había dilapidado en los cielos.

Así pues, fue esta experiencia la que reapareció en la segunda mitad del siglo XIX y en el seno mismo del lenguaje, convertido, a pesar de que nuestra cultura trata siempre de reflejarse en él como si detentara el secreto de su interioridad, en el destello mismo del afuera: en Nietzsche cuando descubre que toda la metafísica de Occidente está ligada no solamente a su gramática (cosa que ya se adivinaba en líneas generales desde Schlegel), sino a aquellos que, apropiándose del discurso, detentan el derecho a la palabra; en Mallarmé cuando el lenguaje aparece como el ocio de aquello que nombra, pero más aún -desde Igitur hasta la teatralidad autónoma y aleatoria del Libro- como el movimiento en el que desaparece aquel que habla; en Artaud, cuando todo el lenguaje discursivo está llamado a desatarse en la violencia del cuerpo y del grito, y que el pensamiento, abandonando la interioridad salmodiante de la conciencia, deviene energía material, sufrimiento de la carne, persecución y desgarramiento del sujeto mismo; en Bataille, cuando el pensamiento, en lugar de ser discurso de la contradicción o del inconsciente, deviene discurso del límite, de la subjetividad quebrantada, de la transgresión:en Klossowsky, con la experiencia del doble, de la exterioridad de los simulacros, de la multiplicación teatral y demente del Yo.





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jueves, enero 15

Fragmento de El Ritmo, Octavio Paz


El lenguaje es el hombre, pero es algo más. Tal podría ser el punto de partida de una inquisición sobre estas turbadoras propiedades de las palabras. Pero el poeta no se pregunta cómo está hecho el lenguaje y si ese dinamismo es suyo o sólo es reflejo. Con el pragmatismo inocente de todos los creadores, verifica un hecho y lo utiliza: las palabras llegan y se juntan sin que nadie las llame; y estas reuniones y separaciones no son hijas del puro azar: un orden rige las afinidades y las repulsiones. En el fondo de todo fenómeno verbal hay un ritmo. Las palabras se juntan y separan atendiendo a ciertos principios rítmicos. Si el lenguaje es un continuo vaivén de frases y asociaciones verbales regido por un ritmo secreto, la reproducción de ese ritmo nos dará poder sobre las palabras.

El dinamismo del lenguaje lleva al poeta a crear su universo verbal utilizando las mismas fuerzas de atracción y repulsión. El poeta crea por analogía. Su modelo es el ritmo que mueve a todo el idioma. El ritmo es un imán. Al reproducirlo; por medio de metros, rimas, aliteraciones, paronomasias y otros procedimientos; convoca las palabras. A la esterilidad sucede un estado de abundancia verbal; abiertas las esclusas interiores, las frases brotan como chorros o surtidores. Lo difícil, dice Gabriela Mistral, no es encontrar rimas sino evitar su abundancia. La creación poética consiste, en buena parte, en esta voluntaria utilización del ritmo como agente de seducción.

La operación poética no es diversa del conjuro, el hechizo y otros procedimientos de la magia. Y la actitud del poeta es muy semejante a la del mago. Los dos utilizan el principio de analogía; los dos proceden con fines utilitarios e inmediatos: no se preguntan qué es el idioma o la naturaleza, sino que se sirven de ellos para sus propios fines. No es difícil añadir otra nota: magos y poetas, a diferencia de filósofos, técnicos y sabios, extraen sus poderes de sí mismos. Para obrar no les basta poseer una suma de conocimientos, como ocurre con un físico o con un chofer. Toda operación mágica requiere de una fuerza interior, lograda a través de un penoso esfuerzo de purificación. Las fuentes del poder mágico son dobles: las fórmulas y demás métodos de encantamiento, y la fuerza psíquica del encantador, su afinación espiritual que le permite acordar su ritmo con el del cosmos. Lo mismo ocurre con el poeta. El lenguaje del poema está en él y sólo a él se le revela. La revelación poética implica una búsqueda interior. Búsqueda que no se parece en nada a la introspección o al análisis; más que una búsqueda, actividad psíquica capaz de provocar la pasividad propicia a la aparición de las imágenes.




Hay mucho que matizar, obviamente...

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martes, enero 13

A vuelapluma

Si durante interminables meses no estuviste alguna vez en tu vida - envuelto en una densa nube de nicotina, bajo una lluvia agridulce de sentimientos y esperanzas - tecleando, noche tras noche, tecleando, auscultando tras el fósforo el latir de otro ser vivo, tecleando contra la soledad... es posible que nunca comprendas lo que significa un abrazo de carne y hueso.


Hasta en el más casual y anecdótico de los encuentros sexuales he sentido siempre algo más que un mero intercambio de placer. Quizá sólo un gruñido del espíritu por hacerse notar...


Comunicarse es también una forma de aproximación sexual...




***


Novedades en Los Digitales

La última versión de El que sostiene la palabra y Si un irse veloz fuera más irse, dos poemarios de Marcos Vieytes.



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domingo, enero 11

La Telaraña en El Mundo.



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viernes, enero 9

Dos recomendaciones


Nuevo en Puertas Abiertas: Aymer Zuluoga, un excelente relatista.

Y no os perdáis el nuevo cuento largo, Caimanes con alas, de Carlos Meneses Nebot.

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miércoles, enero 7

La Inocencia - extracto para LBdP




Me dijiste: Ven, lame mi herida.




1



Palpas el ayer dibujado en los estratos sumergidos. Introduces tus brazos en el lodo, tu cerebro en el agua gélida, tu cuerpo en el cristal astillado. Recibes la caricia tenue de los cadáveres y se te dibuja en la piel el húmedo recorrido de los gusanos. Pero tu cuerpo no lo es todo. Y se agota en mi mirada como en el lenguaje.

Luego la besas fuertemente hasta que el sabor de la sangre se diluye en la arena.




2


Pero el abandono te trae de regreso olores rancios. Perfumes epiteliales. Picores óseos. Y una malsana predisposición al óxido amarillento de las instantáneas congeladas en la aduana de lo que otros llaman sueños y tú realidades capturadas. Mal asunto recordarlas, si no procede.

Luego están los objetos que permanecen inertes en el fondo de los arcones. Ahí tu adn se arroga con soberbia la certeza de saber quién eres... pero es mentira, aunque te recubra de telarañas y otros paños forrados de placer reseco y hastío.

La inocencia te mantiene sin mácula. La telarañas parecen contradecirte pero no lo consiguen. Tú eres ellas, y un invisible cordón umbilical te avisa de los movimientos necesarios para tu sustento.

La vida es sólo eso incluso si fuera otra cosa.




3



Has recorrido los círculos concéntricos, las circunvalaciones de tu propio cerebro, el asqueroso diagrama de las autopistas, el idéntico paisaje de los rostros que tan bien conoces...

Has recorrido las líneas del amor y la muerte en la palma arrugada de mis manos y te has buscado en las bifurcaciones, en los andenes silenciosos de las estaciones vacías y en las barras húmedas de los bares infectos — otra vez los círculos, las huellas de los vasos abandonados, los signos indelebles de la sed insaciable, el deseo, la pasión o la fuga.

Lástima de fuego cuando el sueño me vence y queda mi cuerpo a tu alcance, desnudo pero inútil.





4



Creo que en el bosque de mi piel vives escondida pero no encerrada. Creo que alguna conexión estableciste entre esos surcos invisibles y la huella que aprieta, acaricia y sosiega la tos ácida de algunos días.

Sin duda besas los puntos escogidos sabiendo que son origen y también desenlace. Que yo estoy en ellos y no en otra parte.

Luego están las palabras que mutilas, el lenguaje que destruyes con una sola carcajada.... mientras yo escribo lentamente y me miras sin disimulo: con divertida extrañeza.

Hay universos por ahí esparcidos que ignoran los nombres que intento darles. Seguramente no merecen mi guadaña.




5



Pero tu vientre abierto nos seguirá asombrando. (Acaricio una y otra vez tus escamas aun sabiendo que sólo necesitas agua para seguir respirando)



Digestión



Una gota humeante en tu paladar, una burbuja sulfúrea, un centro de ansiedad que se esparce y te invade. Te dejas llevar.

Crees que la simetría se acaba doblando sobre sí misma y sabes inevitable el viaje hacia ese lugar remoto.

Te dejas llevar porque vas en busca de un concepto.

Luego concentras tu atención en los rostros que hay detrás y más allá de las palabras. No te interesan las apariencias aunque a veces te diviertan. Sólo ansías la verdad desnuda aunque a veces te duela.

Escribes estas palabras en cualquier papel arrugado:

este tiempo
tiene mandíbulas de acero

y piensas en Eliot: Only through time time is conquered y traduces casi sin darte cuenta: Sólo en el tiempo se conquista el tiempo, y te quedas meditando dónde está la trampa, dónde el error... y callas. Vuelves a escribir:

este tiempo
no sólo destruye los deseos, los transforma...

y más abajo, en la esquina deshilachada, quizá tu firma:

Aniquilación.

(That time is no healer: the patient is no longer here / El tiempo no cura nada: el paciente ya se ha ido.- T.S. Eliot)






y 6


Metáfora


He olvidado. Confieso que he olvidado
la forma exacta de tus pechos, el perfil
de tu sonrisa y hasta los nombres
que nos decíamos cuando el juego de amarse
no tenía más reglas que las menstruales
y una sonrisa roja y cálida
como un asombro, una cúspide o un pliegue
en la rugosidad del tacto
nos mantenía en vilo, sin agobios.

Por eso ahora,
en estos días agridulces
que sin fortuna intento vivir rápido,
con la vertiginosa sombra de la duda
doblándome la espalda en las esquinas,
redibujo tu cuerpo en otros cuerpos
y escucho las palabras que les digo
por si alguna sonrisa te delata.



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viernes, enero 2

Me das envidia, escribiendo de amor. Quién pudiera... me dice mi admirado amigo Román Piña a raíz de unos textos que le he mandado...


Gracias, Román, me he sonreído con tu apunte ( y la verdad es que sí, quién pudiera, incluso yo mismo dejar de hablar de amor porque sin hablar de él de él hablamos - y no lo pretendo ( esos textos van hacia una disección imaginaria de la dialéctica que sostiene la falacia del lenguaje, te lo juro, te lo juro, me lo juro a mi mismo y así sucede, hablo de amor que es la más falaz de las dialécticas y la primera, la que nos dejó a solas: duelo de dolor y atracción consumada en el jardín del árbol del conocimiento del bien y del mal - ¿el árbol del ahorcado? - con una manzana podrida en la mano - ¿la pluma?- y el agridulce sabor de todo un paraíso perdido en el paladar y más, mucho más adentro:-)

Le contesté rápido, a vuela pluma. Es curioso, a veces se piensa como sin pensar.


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